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sábado, 11 de julio de 2009

BURGUILLOS: Función Principal de Instituto y Salida Procesional de San Cristóbal.


Hoy sábado 11 de julio, y a partir de las 11:00 h. tendrá lugar la Solemne Función Principal de Instituto de la Hdad. de San Cristóbal (recordaros que es una de las grandes novedades de estas fiestas), predicada por el cura-párroco de Burguillos.
A partir de las 21:00 h. será la concentración en la Plaza del Ayuntamiento de la cuadrilla de costaleros, Hermandades y Autoridades para dirigirse a la Parroquia e iniciar la Procesión a las 21:30 h., con el siguiente itinerario:
Salida, c/ Concepción de Osuna, c/ Real, c/ Portugal, Avda. Arroyo Paso de la Villa, c/ Virgen del Valle, c/ La Fuente, c/ Real, Plaza de la Constitución Española (donde tendrá lugar la ceremonia de la Bendición de los vehículos), c/ Real, c/ Virgen del Rosario, Avda. de Andalucía, c/ San Cristóbal, Avda. de Andalucía, c/ Real, c/ Concepción de Osuna y Entrada sobre las 2:30 h.
El acompañamiento musical correrá a cargo de la Agupación Musical Ntro. Padre Jesús de la Redención de Sevilla.
Por otra parte y si en el día de ayer hacíamos una aproximación detallada al Retablo Mayor de nuestra Parroquia, donde recibe culto la imagen de San Cristóbal, hoy continuamos con el resto del retablo, con la reproducción del artículo aparecido en la revista "Patrona de Burguillos" del año 2006.

El Retablo Mayor de la Parroquia (y II).
Continuando el estudio del Retablo Mayor iniciado en el Boletín del año pasado, me centraré en el resto de las imágenes y pinturas que lo completan, señalando eso sí que del estado actual ninguna de las imágenes escultóricas, a excepción del titular San Cristóbal, pertenecían en su origen al Retablo por lo que la imagen que hoy tenemos queda desvirtuada, ya que las imágenes que deberían estar flanqueando a San Cristóbal, son el San Antonio de Padua y el San José que hoy se sitúan en el Retablo de la Virgen del Valle, y así en la calle de la izquierda nos encontramos con la imagen de Santa Lucía, obra de bulto redondo de mediados del siglo XVIII, al menos la cabeza y manos, puesto que era una imagen de vestir a la que se le talló el cuerpo (de forma muy sencilla y con una policromía demasiada fuerte) cuando se la trasladó desde su propio altar que se encontraba en la nave lateral, a principios de los años 60 del pasado siglo, y sirva como anécdota que en su anterior ubicación tenía los atributos correspondientes de Santa Lucía (Plato con ojos), desconociendo el porqué de dicho cambio iconográfico, producto del desconocimiento y despropósito del párroco de entonces, puesto que en el mismo retablo encontramos la imagen pictórica de Santa Lucía, algo inaudito en un altar que no está dedicado a esta santa. En esta ocasión se la representa llevando una palma en su mano derecha y un pergamino en su izquierda en el que podemos leer “Soy Lucía, mártir por Cristo”, atributos que bien pudieran representar a cualquier otra santa mártir, por lo que cualquier nombre que apareciese en el pergamino, habría que darlo por válido, aunque lógicamente carece de valor iconográfico puesto que no encontraremos otra imagen de Santa Lucía de estas características. En este punto he de señalar que en el Boletín del pasado año mencionaba que anteriormente se le rendía culto bajo la advocación de Santa Rita, lo cual es un error, puesto que esta imagen siempre fue Santa Lucía, aunque en la misma nave lateral, hubo otro altar, precisamente donde se va a situar el nuevo altar de Mª Auxiliadora, bajo la advocación de Santa Rita, de cuyo altar se aprovechó lo más valioso de dicho retablo, como es la hornacina que hoy cobija a la Virgen del Valle, al remodelarse éste a comienzos de los 60 por Guzmán Bejarano.
En esta misma calle izquierda encontramos los tondos pictóricos, datables todos ellos entre 1754 y 1756 cuando se realiza el conjunto del Retablo, muy probablemente por Joaquín Cano, que ayudaba a su hermano Juan en las tareas pictóricas de los retablos que contrataba éste, son las imágenes de Santa Bárbara (festividad 4 de diciembre) en la parte inferior, representada como una joven con túnica verde y manto rojo con una torre con tres ventanas y la palma del martirio entre sus manos que la caracterizan iconográficamente y que derivan de su hagiografía, que como la de la práctica totalidad de los primeros santos cristianos, es más producto de la leyenda que de la realidad histórica, y de la que me extenderé cuando en un próximo boletín se estudie el lienzo dedicado a esta misma santa que se encuentra en la misma Capilla Mayor.
En la parte superior encontramos el tondo que representa a San Juan Bautista (festividad 24 de junio), último de los profetas de Israel y el precursor de Jesús. Su iconografía es muy clara, de ahí que sea incofundible, porque lo encontramos vestido con una piel de oveja o de cabra (alusivo a sus predicaciones y penitencias en el desierto) que le deja los brazos y el torso desnudos. El manto púrpura alude a su martirio. Porta un cordero y una cruz de cañas en la que una filacteria lleva la inscripción “Ese anus dei” (en un error del pintor puesto que debería poner Ecce agnus dei, lo que me lleva a pensar en el desconocimiento del artista de la lengua latina y por ello a que su autor fuera un artista de escasa entidad, o bien, alguno de los aprendices del taller del maestro), símbolo que conviene como precursor de Jesús puesto que lo anuncia diciendo: “He aquí el Cordero de Dios que quita los pecados del mundo.” Juan el Bautista fue hijo del sacerdote Zacarías y de Isabel, prima de la Virgen María, y por tanto primo de Jesucristo, y se retiró muy joven al desierto de Judea para llevar allí una vida ascética. En Jesús reconocía al Cordero de Dios, al que bautizó en el río Jordán en el año 28. Fue arrestado en el 29 por censurar el matrimonio del tetrarca de Galilea, Herodes Antipas con su propia sobrina y cuñada, Herodías, siendo decapitado por ello.
En la calle de la derecha encontramos la imagen escultórica de San Sebastián (festividad 20 de enero), que sin lugar a dudas, la debemos considerar como la obra artística más importante de Burguillos, de comienzos del siglo XVI, y procedente de la Ermita dedicada a este mismo santo que existía a la salida de Burguillos en lo que es hoy la Avda. Cruz de la Ermita, pasando a la parroquia en el primer tercio del siglo XIX tras la ruina de aquella edificación. Para comprender la importancia de esta escultura bastaría con mencionar que fue mostrada en la Exposición Iberoamericana celebrada en Sevilla en 1929, figurando con el nº 1645 del catálogo de la sección de arte antiguo, así como si la comparamos con la desaparecida en Cazalla de la Sierra en los sucesos de 1936, de los que se deduce que son ambas producto del mismo taller escultórico. Pese a un hieratismo propio del gótico, ya encontramos muchos rasgos naturalistas y algún que otro detalle, propios del renacimiento, como es la lagartija que recorre el tronco sobre el que se encuentra el santo. Al igual que ocurre con la mayoría de los primeros santos cristianos, su vida tiene más de leyenda que de realidad histórica, y así parece que fue centurión en tiempos del emperador romano Diocleciano (245-313), y por convencer a unos amigos de que no renunciaran al cristianismo, fue atado a un poste sirviendo de diana a unos arqueros, pese a lo cual, y según la leyenda, consiguió sobrevivir y tras su curación volvió ante el emperador al que reprochó su crueldad para con los cristianos, por lo que fue azotado y matado a palos, arrojándose su cadáver a la cloaca. Su inmensa popularidad en la Edad Media proviene de la creencia de considerarlo como protector ante las terribles pestes que asolaban a la humanidad, ya que las flechas servían como amuletos, puesto que no le mataron con ellas, y sin embargo ello le valió el convertirse en patrón de arqueros y ballesteros, así como de los tapiceros y de los vendedores de hierros. A partir del siglo XVII, su popularidad decayó considerablemente.
Al igual que ocurría en la calle de la izquierda, en ésta, sobre San Sebastián aparece primero el tondo con la imagen de Santa Lucía de Siracusa (Italia) (festividad 13 de diciembre), cuya vida también se ve envuelta en la leyenda. Parece ser que tras una peregrinación a la tumba de Santa Águeda, donó toda su fortuna a los pobres por lo que su novio, que no era cristiano, la denunció, siendo condenada en tiempos del emperador romano Diocleciano a ser recluida en un prostíbulo, pero ni siquiera el tiro de cuatro bueyes consiguieron moverla, así que la torturaron cruelmente con orina hirviendo, plomo fundido, le arrancaron dientes y pechos, … hasta que la decapitaron, pero la versión más conocida de su leyenda es que ella misma se arrancó los ojos y se los envió a su novio en una bandeja y la Virgen le hizo nacer nuevos ojos aún más bellos (no hay que olvidar que su nombre, significa precisamente “Luz”). La razón principal de su popularidad radica en que se la considera sanadora de las enfermedades oculares y de la ceguera. En España, el culto a la santa está probado en Sevilla capital, donde encontramos una Iglesia bajo su advocación, hoy desacralizada, y una Hdad. que aún le da culto a una imagen escultórica con salida procesional en el entorno de su festividad y que reside canónicamente en la Parroquia de Sta. Catalina. La imagen pictórica de este altar burguillero sigue la iconografía clásica, es decir, representa a una joven vestida con túnica marrón que lleva en las manos la bandeja con los ojos, además de una palma, en alusión a su condición de mártir.
Coronando esta calle derecha, nos encontramos con la imagen de San Francisco de Asís (festividad 4 de octubre), uno de los santos más populares e importantes de la cristiandad. Nació en Asís (Italia) en 1182, hijo de un rico comerciante de paños, y muy pronto renunció a la herencia paterna, para convertirse en un pobre de solemnidad, adoptando la disciplina evangélica, fundando una orden religiosa mendicante (Los Franciscanos) a la que dio el nombre de los Hermanos Menores, a la que se sumarían posteriormente la orden las clarisas, fundada por Sta. Clara de Asís, para las mujeres, y la tercera orden, reservada a los laicos (me gustaría recordar en este punto, que el Convento que existió en Burguillos hasta el primer tercio del siglo XIX, bajo la denominación de Sancti Spíritus del Monte, perteneció a esta Orden Tercera). San Francisco intentó participar en las Cruzadas pero en Egipto contrajo una enfermedad ocular que casi lo dejó ciego, lo que unido a sus continuas penitencias, hizo que su salud empeorase rápidamente. En 1224, el día de la Exaltación de la Cruz (14 de septiembre), tuvo la visión de un crucifijo aéreo sobre el cual estaba clavado Cristo bajo la apariencia de un serafín de seis alas. De las heridas de Jesucristo irradiaban rayos que se imprimieron en su cuerpo en forma de estigmas (llagas). Hasta su muerte en 1226, fue venerado como una auténtica reliquia viviente. Y poco después, en 1228, fue canonizado por Gregorio IX, extendiéndose las órdenes franciscanas rápidamente por todo el orbe cristiano, siendo hoy día la más numerosa con más de cuarenta mil miembros, y que en Burguillos, como ya he mencionado antes, tuvo una representación hasta hace unos doscientos años, por lo que es raro no encontrar en cualquier ciudad o pueblo que no tenga relación de uno u otro modo con las órdenes franciscanas. Como todas las representaciones del santo, en este altar de Burguillos, no varía: hombre maduro de endeble apariencia, bajo con ojos de enfermo y barba descuidada; lleva la túnica marrón ajustada a la cintura por un cíngulo de cuerda con tres nudos, alusivos a los votos de pobreza, castidad y obediencia, así como sujeta un crucifijo en sus manos estigmatizadas.
Finalmente en el ático, rematando el conjunto del altar, nos encontramos con una pequeña hornacina, que en fecha indeterminada se reconvirtió en un tabernáculo (deducido de la bastedad con que se hizo en forma de relieve la imagen de una custodia), que dejó de usarse también hace muchísimo tiempo. Últimamente lo ocupaba la pequeña imagen de la Inmaculada Concepción. Esta zona, desde finales de los años cincuenta se adorna con las imágenes de dos pequeños ángeles procedentes del Altar de la Virgen del Rosario, y que son objeto de estudio en otro artículo de este Boletín.
Como ya decía en el número del año pasado, bueno sería que en la Restauración anunciada del Altar Mayor, se devolviera a este Retablo la imagen de tal y como fue concebido, con lo que sería perfectamente entendible en su conjunto, y no lo que hoy vemos: el producto de los antojos de los párrocos de turno que han desvirtuado el Gran Retablo Mayor que fue.

BIBLIOGRAFÍA.-
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